viernes, 9 de diciembre de 2011

Best-seller

Hubo una época en la que leía novelas de mil páginas, guerra y paz, la montaña mágica, los papeles póstumos del club pickwick. Como un explorador ávido bajo una lámpara de carburo, tumbado en un catre duro y angosto. Se supone que ahora debería afrontarlas con ese aplomo reflexivo que otorga la madurez, pero en su lugar busco lecturas fugaces, fragmentos irrepetibles, como un adolescente pajillero incapaz de controlar sus instintos más procaces. Lástima de no haber leído la biblia antes, la reina de las novelas-río. Tal vez lo peor sea saber que, si volvieses a leer aquella prosa abrasadora, mareante, inagotable de Henry Miller, no se te iba a poner igual de dura. Pálido y ojeroso en las noches turbias de tu juventud, caminando por el muelle con Moby Dick bajo el brazo. Qué le vamos a hacer, Miguelin, ahora ya solo escriben libros gordos los autores de best-sellers.

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