Me tengo que ir, tengo que dejarte para siempre, aunque no sepa dónde marchar con este cuerpo desahuciado. Ayer mi di cuenta de que nunca amaré a nadie como te he amado a ti, con el mismo vértigo y la misma pasión. Sin falsas galanterías, sin lujurias furtivas, sin desfallecimientos o rutinas domésticas. Como un hombre que viene caminando por el hielo durante horas y encuentra una casa con el fuego encendido. Tú has sido esa casa. O como aquel a quien arrojan a la noche y halla una luz en medio de las tinieblas. Tú has sido esa luz. Por esa razón he de irme, arrastrar mi maleta, marcharme. Esta mañana me levanté aturdido y advertí que no recordaba tu nombre: fue como despertar en un pozo negro, como asomarme de golpe a un abismo. Como si un relámpago negro me hubiese retorcido el alma. ¡Tu nombre! ¡Mi rosa, mi adorable amor! ¿Cómo pude haberlo olvidado, así fueran unos tristes, efímeros minutos? No sé qué diagnóstico le dan a este mal, a esta carcoma atroz, pero poco me importa. No permitiré que mis sinapsis, mis células, mi cerebro marchito me haga olvidar. Olvidar tu nombre, tu nombre, tu nombre, así lo exijan los dioses o los demonios. ¿No poder deletrearlo, renunciar a que mis labios lo pronuncien dulce, lenta, golosamente? Jamás aceptaré semejante vileza: la vileza de mi propio cuerpo, de mi decrepitud, de mi cerebro enfermo. Al paredón con el olvido y la muerte. Tatuaré tu nombre hasta ocupar el último rincón de mi piel y cuando me devore la oscuridad, cuando el olvido sea una serpiente enroscada en mi corazón, la estiraré para reírme de mis estragos. Por eso tengo que huir, por eso he de irme. Porque cuando mis ojos te miren y no te reconozcan, cuando eso deje de ser casual y momentáneo, seré el hombre más desolado del mundo. Y ningún consuelo, ninguna explicación médica ni religiosa conseguirá revocarlo. Prefiero partir ahora, cuanto antes, a pesar de la incomprensión y el estigma...cuando aún puedo asociar tu nombre, Raquel, al primer beso que me diste.
miércoles, 15 de diciembre de 2010
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bravo
ResponderEliminarque no se olviden los nombres
muy buen fragmento. saludos!