Creo que agradeceré siempre su llanto y el elocuente responso del cura. El rostro sollozante de las mujeres y el silencio respetuoso de los mayores. Incluso que hayan depositado sobre mi tumba un puñado de flores frescas. Pero cuando nadie quede aquí, cuando se haya evaporado el crujido del último carruaje, lo que pronto sabrán es que festejaré, con las mandíbulas sedientas, que me hayan enterrado vivo.
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¡joé!
ResponderEliminarFeliz Navidad, Geles...esto sólo era una pequeña broma malévola!
ResponderEliminarEsto parece de Edgar Allan Poe.
ResponderEliminarFeliz Navidad.
Ostras, que repelús!!!!
ResponderEliminarUfff..., niño, qué sustos me das...
ResponderEliminar;)
FELIZ AÑO NUEVO, mi querido Miguel.