Al final la vida se parece a un abrigo prestado, con sus pelusas inmisericordes, los bolsillos llenos de papeles, los cuellos con grasa, la ausencia de un par de botones, los forros deshilachados, el roce taciturno de una percha. Como cuando heredas la ropa de tu hermano mayor.
Buen blog...
ResponderEliminarwww.zetta.com
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Obrigado!
ResponderEliminarNo me ha gustado leer esto, porq algo de mí, no queria aceptarlo..aiss.
ResponderEliminarSaludos :)
Saludos, May...a pesar de todo, los abrigos más viejos son los más confortables.
ResponderEliminarCierto...;)
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