Ahora no es difícil encontrarte solo en una sala de cine, pero por aquel entonces había colas inmensas, y no me refiero a la época en que me dejaba un bigote patético para que me permitiesen ver pelis porno, sino a esa otra de los cineclubs llenos de humo y las sesiones continuas con proyecciones que se prolongaban hasta el amanecer. Entonces sí tenía mérito estar rodeado de filas vacías, aunque para conseguirlo tuvieras que ir a ver films de corte muy experimental, o ser capaz de tragarte bodrios de búlgaros con nombre indescifrable. Una tarde en Bilbao vi Saló de Passolini acompañado por otro espectador, y a mitad de la película el tipo se levantó con el puño en alto y, después de lanzar gritos contra el fascismo y sus secuaces, abandonó la sala con el rostro transfigurado. No he vuelto a ver una obra tan dura como aquélla, pero tampoco tengo la sensibilidad de ese tiempo, como cuando entré borracho a ver La jauría humana y salí pensando que el rostro ensangrentado de aquel Brando que se enfrentaba a la turba de monstruos con smoking de su propia comunidad, representaba como nada en el mundo mi propio estado de ánimo. Viejas películas y viejos tiempos que, lo sentimos mucho Miguelito, no van a volver.
viernes, 4 de septiembre de 2009
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una vez fui a ver el gato pardo, no había colas. Era un cineclub poco frecuentado. no, no me gustó. me cuesta algo reconocerlo. Soy cinéfilo (y otras muchas cosas), pero no sólo no me gustó, sino que destesté la película. Años mas tarde, arrepentido volví a verla para redimirme y, diablos!, volví a detestarla. Tenía que contártelo, a ti que te leo.
ResponderEliminarQué tiempos los de "Saló", con aquellas "Eses" (aún no eran X) gigantescas a la entrada de los cines, a modo de estandartes del pecado. Pasabamos las multitudes bajo su sombra como el pueblo de Israel a los pies de los ídolos de Nínive.
ResponderEliminarY para multitudes la de "La jauría humana". Recuerdo el desagrado que sentí ante aquellos borregos que, de puro tontos, no eran ni malos. Hay que ver lo que nos idiotiza y malea el ir en rebaño.