Cualquier cosa menos prolífico y locuaz, Paz Cabanas afirma haber leído a algunos autores anarquistas, aunque no desprecia el perfume conservador del lacón con grelos. Persuadido de la estupidez del género humano piensa, no obstante, que gracias a Melville en América no está todo perdido. Le complace admitir sus errores, pero lo que nunca aceptará de su época es su mezcla de ruido y degradación: porque, inevitablemente, también acabarán afectando al río invisible de las palabras.
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