martes, 8 de noviembre de 2011

Náufrago

Creo que ya sé cuál es el origen de mi melancolía: cuando mi madre rompió aguas, yo me negué a abandonar el barco.

11 comentarios:

  1. Déjate de historias.Lo que yo tengo entendido es que a la abuela le costó sangre sudor y lágrimas porque eras un bebé enorme.

    ResponderEliminar
  2. Tu caso fue sin duda más ominoso, que venías de pie y hubo que abrir el vientre de tu madre!

    ResponderEliminar
  3. perdona venía sentada, e posición de leer el periódico

    ResponderEliminar
  4. No entendi el comentario, seo medio bestia.
    Me llamo la atencion, por eso te escribo esto.

    http://marcosliberatore.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  5. No te preocupes, Marcos, a veces soy poco transparente. Pretendía decir que, en el fondo, hubiese preferido quedarme en aquella cálida placenta...y no conocer este pringoso mundo!
    Saludos cordiales

    ResponderEliminar
  6. Me ha recordado a un bocadillo de calamares con tomate que me comí un día después de haber vomitado sangre.

    ResponderEliminar
  7. Hum...espero que los calamares fueran frescos.

    ResponderEliminar
  8. Vaya...! estabas genial en ese barco de agua cálidas, flotando, acompañado de ese música del corazón..pum-pum
    Me ha encantado.

    ResponderEliminar
  9. Muy bueno eso de la música del corazón...sí... Un abrazo.

    ResponderEliminar