sábado, 5 de marzo de 2011

Trípoli

No quedaba candor ni lujuria, agua ni claridad, no había ni un solo árbol, se habían marchado las jirafas, no se oía el rumor de las velas, había glaciares color marrón, cofres sin sueños, hoteles vacíos, bazares como tumbas, no quedaban palabras, solo monólogos, un viento sombrío, ni una sola barca, ni un solo motín, los jardines exhaustos, las islas en penumbra, estanques sedientos, no oía a mi madre, las canciones de mi madre, un silencio atroz, un silencio de termitas, no había lápices, ni libros, ni pájaros, ni violines, sólo un fuego negro, un zumo de escorias, cúpulas hundidas, camisas amontonadas, polvo en los templos, tapices quemados, un perro sonámbulo, escombros, moscas, osarios, carcasas…y la luna reflejada en una tele encendida. En el informativo, con voz monótona, hablaban del fin del mundo.

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