En clase de psicología, explicando las misteriosas interacciones de los sueños y la percepción humana, el profesor le pidió a una alumna ciega que nos brindara su propia experiencia sobre el mundo onírico. “¿Sueña usted con colores?”, le preguntó con desparpajo. Todos nos giramos para mirarla, pero cuando nos parecía que iba a responder con vacilación, se limitó a decir que si en sus sueños aparecían rosas, ella, que nunca las había visto, percibía algo similar a una estela fragante. No soy un jardinero fiel ni escrupuloso, pero a lo largo de mi vida he pensado algunas veces en esa chica: en las escasas ocasiones en que hundo mi nariz en una flor y, aspirando su perfume, cierro los ojos.
martes, 17 de marzo de 2009
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Precioso post.
ResponderEliminarBuen texto.
ResponderEliminarUn saludo!!
Una de semen y otra de osas. Oséase, como la mesma vida.
ResponderEliminarSaludos.
Portentoso
ResponderEliminarComete un ttrypi. Escucharás a las rosas; hablarás con Diós; y podrás oler todo aquello que toques. ¿Peligroso?: seguro, pero mucho más portentoso.
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