viernes, 23 de marzo de 2012
Breve ensayo sobre el destino
No nos llevemos a engaño: lo único que nos diferencia de las bestias es nuestra capacidad para decidir, a pesar del horror, qué hacemos con nuestras vidas. Cuando son otros los que nos rellenan ese camino, poco nos queda de dignidad. Pensemos, pues, cuál es la auténtica médula de nuestra existencia y qué es lo que la hace inviolable. Si en un instante de lucidez conseguimos ver que la razón moral que guía al hombre es su propia libertad (como un compromiso que parte del respeto a los otros), entonces seremos verdaderamente humanos. Humanos en el sentido de seres que comparten sus sufrimientos y también sus esperanzas: el primer paso para negar a los brutos y los cínicos su ascendencia social, y el último para reconocer que estamos condenados al fracaso.
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Muy bueno, tanto como para acompañar mi te sin azúcar. Amargo.
ResponderEliminarSin embargo, yo soy de los que cargo mi café con azúcar. Pero brindo por ese té amargo. Saludos.
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