jueves, 15 de marzo de 2012

Purasangre

Me hubiese gustado aprender a montar a caballo, ser el hombre que los doma, el cowboy que se arrima con el lazo sin que le tiemblen las piernas. Pero siempre me inspiraron miedo, sus cascos como pistones, los ojos desorbitados, el relincho súbito y escalofriante. En el fondo, puede que tuviese miedo a su libertad. Nunca pude acercarme a ellos y acariciar su grupa, o mojar su belfo con un terrón de azúcar. Me los imaginaba como tigres, sus corazones saliendo del mar, la gran caja torácica como una muralla de sangre. Porque todos los caballos con los que he soñado en mi vida eran rojos, rojos como la sangre, o negros con la espuma marrón de la fatiga, y en los días plomizos, en las pistas de barro machacado, los imaginaba ganando sin jinete el Derby de Kentucky.

3 comentarios:

  1. Me ha gustado la frase "negros con la espuma marrón de la fatiga" no imagino cómo interpretarlo, pero suena muy bien.

    "carbon resentido" he, buen tema.

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  2. Gracias por pasarte por aquí...aunque esto esté lleno de "carbones"...Saludos!

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  3. Wajajajaa, mi aparatejo tiene vida propia, se auto corrige. Lo siento.
    "carbón resentido" suena más ofensivo.

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