jueves, 7 de mayo de 2009

Polvo eres

Los espacios urinarios son la antesala genital de los blogs actuales y quien más y quien menos ha tenido la oportunidad de leer en ellos, además de sentencias juiciosas y aforismos de almanaque, microrrelatos de una belleza crepuscular (éste, sin ir más lejos). La saturación de sus puertas y paredes, no obstante, ha acabado por despojarles de dignidad, por lo que, en mis tiempos de estudiante, yo tendía a desahogarme en los retretes de los profesores – preferiblemente en el área de decanatos – donde, además de mayor higiene, disfrutabas de rollos de papel mucho más anchos y esponjosos. A veces sucedía que, estando en trance de superar un conflicto intestinal, oía los pasos de tal o cual emérito, que manipulaba la manilla pensando que su santuario estaba vacío. Volvía a los pocos minutos, lo intentaba de nuevo y, acuciado por la necesidad, no tardaba en insistir, diré que con una actitud cada vez más angustiosa, primero con carraspeos, luego golpeando la puerta con estridencia, interpelando incluso al cagón anónimo con interjecciones soeces (el lugar lo propiciaba). Yo permanecía en el trono, impasible y tenaz, haciendo caso omiso a las amenazas, celebrando la cólera creciente de quien se vería forzado a buscar alivio lejos de allí. Era una venganza sucia y mezquina, propia de un pupilo sin escrúpulos, de alguien a quien sólo se podía calificar - sí, ahora me viene la expresión a la cabeza, vayan ustedes a saber por qué - de cabrón resentido.

5 comentarios:

  1. :). No sé cómo lo haces, pero me ha arrancado una sonrisa (con cierta complicidad, también).

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  2. La poca cultura que tengo se la debo al trono del WC.

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  3. recuerdo una ocasión parecida. exámenes finales en la facultad, mucho café y espesas cagaleras. los baños asquerosos, yo y otro entramos en la prohibidísima zona de los wc de los profesores, ese lugar inaccesible y sagrado. Cada uno nos metimos en su lugar, inmediatamente entró otro profesor, se puso a cagar en el que estaba libre. de repente un estruendoso pedo, proveniente del lugar ocupado por el docente, me provocó una carcajada infantil, imposible de cortar, lo que si me interrumpió fue mi cagada, que no llegara a comenzar. Tuve que salir de alli (recuerdo la risa tonta como si me hubiese fumado un canuto, pero no, aún no), un privilegiado de la zona reservada me preguntó que si era profesor. Aún no, le contesté, pero pronto compartiremos el wc.

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  4. Yo he leído cosas muy interesantes en los retretes de los cines de mi primera juventud, q eran de sesión continua.

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