sábado, 4 de febrero de 2012

Un cuento anticuado

Un frío día de noviembre el rey decidió abdicar y auspiciar la coronación de su hijo mayor. Convocó a sus validos más ilustres y ordenó preparar su despedida. “Deseo que todo el pueblo asista a la ceremonia y conozca al futuro monarca – les dijo; y agregó: Que nuestras divisas ondeen al viento y se congreguen todos al alba”.
Llegado el día el soberano, fatigado y enfermo, salió con su hijo a las almenas. Una multitud fiel y conmovida lo ensalzó durante horas. El rey apreció en su primogénito una sonrisa cómplice y le preguntó: “¿Qué es lo que ves?”.
“Veo un pueblo lleno de gratitud, padre; un pueblo cuyos hombres te rinden pleitesía por igual, sean prósperos o humildes”.
La sombra de lo que fuera un hombre victorioso recobró por un instante su majestad y, ante el asombro de sus súbditos, declaró: “Escúchame y no olvides mis palabras: iguales son ante Dios y también ante tus ojos. Pero cada uno de esos seres, cada una de esas almas, son únicos y excepcionales. Y ante cada uno de ellos serás antes siervo que rey. Hinca, pues, tus rodillas”.
El equipo editor del juego de la play station decidió suprimir este comienzo tan soso.
Luego viene un largo desenlace con doncellas de mallas apretadas, equinos furiosos y templarios decapitados.

2 comentarios:

  1. Son textos realmente buenos, me ha gustado mucho tu blog buena suerte y animo :D Mirare si esta el libro aqui para leermelo.

    Este es mi blog, me encantaria que me dieras tu opinion sobre la novela que estoy empezando a escribir.
    Un beso
    http://yoytuynadiemas.blogspot.com/search/label/Novela

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  2. Gracias por tu comentario. Me pasaré por tu blog.

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